«Queríamos que las fotos de nuestra boda fueran naturales, que no nos robaran tiempo de estar con nuestros invitados, que fueran técnicamente sobresalientes, sencillas pero con mucha personalidad, sin artificios ni retoques… Sin duda, el resultado ha sobrepasado nuestras expectativas (y eso que somos muy exigentes). Gracias por ser unos grandísimos profesionales, en definitiva, vuestro trabajo es impecable. Con lo que no contábamos es que, además, Dani nos resultara tan cercano y discreto a la vez, que nos ayudara sobre la marcha a tomar decisiones con algunos detalles de la decoración, que casi nos ayudara a vestirnos… Y que cuando se despidiera de nosotros nos saliera darle un abrazo como si fuera un amigo más. ¡A día de hoy nos siguen preguntando si el fotógrafo es de la familia! ¿Lo mejor? El momento en que esperó a que la luz fuera perfecta para que no estuviéramos ausentes de nuestra boda más que lo indispensable. Nos llevó en su coche a través de unos trigales, como surfeando en un océano dorado, ventanilla bajada, vestido remangado, por fin aire en la cara, y de fondo la mejor banda sonora posible. Parecíamos los protagonistas de una road movie escapando de nuestra propia boda. La complicidad de Dani hizo que no nos diéramos cuenta de que estaba ahí con su cámara. Nos sentimos tan relajados que no tuvimos ni que posar, simplemente fue un momento mágico: estar por primera vez a solas. Ese trigal, esa luz, ese momento… se nos quedan grabados para siempre.»