Villa Catalina, Sitges (Wedding venue)
Natalie y Felix tenían preparada una boda en Villa Catalina que parecía que iba a estar pasada por agua. Pero como suele suceder con el clima mediterráneo, nos ofreció dos caras muy distintas que terminaron reflejando a la perfección los dos ambientes que pudimos disfrutar ese día.
Por una parte, el cielo encapotado con el que llegamos a Villa Catalina y las amenazas de lluvia daban la luz ideal para que los fotógrafos de boda capturemos las preparaciones antes de la ceremonia. Y es que esta boda íntima con sólo 40 invitados nos dejó ver momentos muy especiales. Miradas y gestos cómplices que sólo puedes ofrecer en esas ocasiones.
Pero cuando por fin era la hora de la ceremonia, Sitges ofreció su otra cara y nos regaló un sol precioso. No podía ser de otra forma para acompañar a Natalie, ya que estaba radiante con su vestido de novia de Berta con un escote en V, hombros cubiertos y espalda también escotada. Sólo hace falta ver su sonrisa, la elección es simplemente perfecta.
Las bodas con pocos invitados siempre son especiales de fotografiar. Los sentimientos están a flor de piel y los votos suenan más sinceros cuando son tus familiares e íntimos amigos quienes son testigos. Las miradas de complicidad y muestras de cariño que nos dejaron ver durante la boda y la sesión posterior fue uno de esos momentos que nos ayuda a mantener presente por qué disfrutamos tanto de este trabajo. Que al echar la vista atrás agradeceremos que nos dejaran formar parte de ello.
Ceremonia de boda en Villa Catalina
La noche en Sitges volvió a contrastar con el amanecer y por suerte se volvieron a despejar los cielos para dar el ambiente cálido que vinieron a buscar al Mediterráneo.
La forma en la que distribuyeron a los invitados parecía estar pensada para que coincidiera con los discursos que se darían. Agradecimientos a la familia de Felix por parte de Natalie y viceversa, todos sentados en la misma mesa al contrario de cómo suele ser, distribuidos en varias. Fue precioso ver dos familias tan unidas y compartir la alegría de la pareja.
Por eso la fiesta y los bailes con los que suelen finalizar la boda fueron tan especiales en esta ocasión. Después de una boda emotiva y un banquete conmovedor fue genial ver a las dos familias bailar y pasarlo en grande.
Las dos caras del clima mediterráneo consiguieron coincidir con las dos facetas que nos encantan de las bodas: los momentos emotivos que compartimos con la pareja y la fiesta posterior de la cual todos los invitados fueron protagonistas. Fue todo un placer estar presentes en ambas y asegurarnos de capturar todos esos momentos tan especiales. Sólo podemos agradecer que nos dejaran formar parte ellos.